Homo bulla est
El símbolo de la pompa de jabón es un caso especial dentro de la iconografía de las vanitas, no solamente indica la fragilidad de la vida, sino también la vulnerabilidad inherente al ser humano. Este símbolo fue recogido ya en la antigüedad clásica por los escritores Varrón y Lucano quienes consagraron la frase latina, Homo bulla est («el ser humano es como una pompa de jabón»), y la de Vita quasi fumus, bullula flos que perit («la vida acaba como una pompa de jabón y como una flor»). Ambas sentencias fueron transmitidas en el Renacimiento a través los Adagia de Erasmo de Rotterdam, consiguiendo en la segunda mitad del siglo XVII una gran difusión junto con otros motivos que reflejaban la mortalidad. De este modo, un grabado de Hendrick Goltzius de 1594, representa a un niño apoyado en una calavera, mientras realiza pompas de jabón con un canutillo. El lema es: Quis evadet? («¿quién se salva?»). La inscripción del grabado reclama una alegre apoteosis de la muerte, considerándola, al igual que en la Edad Media, como el umbral hacia la nueva vida eterna: Flos novus, et verna fragrans argenteus aura /Marcescit subito, perit, ali, perit illa venustas. / Sic et vita hominum iam nunc nascentibus, cheu, / Instar abit bullas vanitas elapsa vaporis. El niño con el cráneo, cuya representación se multiplica durante el siglo XVI, juega un papel importante en la iconografía de las vanitas, ello seguramente puede relacionarse con su posición en el mundo de las ideas de la religión antigua (Eros-Tanatos).
En la naturaleza muerta y en las vanitas abundan los símbolos, las ambigüedades, las polivalencias, y si de entrada su lectura puede parecer lineal, hay aspectos que sólo la mitología, la religión y la historia