La noche del Niño Larva. Remake
Hacía mucho tiempo que hablábamos del “Niño Larva”. Todo comenzó un sábado de hoy hará unos 18 meses. Como muchos otros sábados, estábamos cenando con Aina y Agustín, en esta ocasión en un restaurante coreano. La casualidad quiso que nos sentáramos justo debajo de una pintura curiosa, una especie de estampa sincrética de la Virgen, con regusto latinoamericano. Sinceramente, yo no la hubiera visto, cuando estoy con gente no me fijo en nada, pero ellos tres sí tienen esa costumbre. Inmediatamente, Agustín reparó en el Niño y dijo: “fijaos, parece un niño larva”, todos lo miramos y nos reímos, realmente parecía un niño larva, una cabeza desproporcionada pegada a un mini cuerpo túbico.
A partir de este momento entró en juego mi oficio de historiadora del arte, empecé a fijarme en el resto de la composición. Lo que realmente me sorprendió fue esa mezcla ecléctica de Virgen con Niño e Inmaculada. Las Inmaculadas convencionales no llevan niño, y menos niño larva, pero era una seudoinmaculada porque estaba sobre la media luna apocalíptica. Me recordó enseguida, en versión contemporánea, a aquellas pinturas marianas, extraídas de xilografías populares, que yo explicaba en clase cuando impartía la asignatura “Arte Iberoamericano. Época moderna”. Colocada en una mandorla, la “Virgen con Niño Larva Inmaculada”, morena como los indios, se nos aparecía, como recortada, sobre un naif fondo marino. Realmente sorprendente.
Por la noche, cuando estaba ya en la cama, recordé de nuevo la imagen y fue entonces cuando caí en la cuenta de que el tipo iconográfico de algunas de las advocaciones marianas más directamente vinculadas con América como la Virgen de la Candelaria de Copacabana,