«He oído decir que, al igual que los cuentos tradicionales, el Juego de la Oca representa una determinada concepción de la vida; que es una descripción de los trabajos y los días que nos toca pasar en este mundo, una descripción y una metáfora»
Bernardo Atxaga
Bernardo Atxaga en Ababakoak compara el Juego de la Oca con una metáfora de la vida. Las reglas enseñan que la vida es fundamentalmente un viaje lleno de dificultades y obstáculos, donde interviene el azar y nuestra propia voluntad. Si los dados son buenos es fácil llegar al estanque final, donde nos espera la Gran Oca Mayor. La oca sabe andar por la tierra, sabe andar por el agua y sabe andar por el aire, la oca es el animal que la tradición ha elegido para simbolizar la sabiduría, lo bien hecho, la perfección.
El juego de la oca era considerado en la Francia del siglo XVII como un juego antiguo y noble restaurado de los griegos. No obstante, al parecer, este noble juego fue inventado por los alemanes a finales de la Edad Media. Algunos autores piensan que fueron los antiguos propagandistas de las primeras biblias impresas en Alemania quienes difundieron por toda Europa las hojas del denominado «Jardín de la oca».
Se trata de un antiquísimo y popular juego que tenía en sus orígenes connotaciones augurales y adivinatorias, a base de elementos astrológicos. Con el tiempo se sustituyeron las consultas interrogatorias por prácticas de un juego de azar, al igual que sucedió con los naipes, que de una aplicación cabalística y pronosticadora pasaron a ser utilizados para jugar con dinero. Llegado a este punto, fue perseguido como juego de azar y no fue hasta el siglo XIX que se convirtió en pasatiempos infantil y familiar.
Del siglo XVII se conocen hojas alemanas, francesas, flamencas, italianas y mallorquinas. En Mallorca, en la colección de xilografías de la Imprenta Guasp se conservan dos juegos de la oca especialmente destacables. Se supone que al menos uno de ellos es mallorquín, puesto que las monedas que figuran en el centro lo son. El otro ejemplar, difiere esencialmente de los típicos, ya que en vez de las sesenta y tres casillas tradicionales cuenta con ciento veintinueve.
En los inventarios de bienes de los impresores Pedro y Jaime Guasp consta el molde xilográfico de un juego de la oca. Seguramente no se refieren al mismo molde puesto que, aunque de la misma familia, se trata de dos imprentas distintas, coetáneas en el tiempo. Ello nos indica que, documentalmente, sendos juegos son anteriores a 1653.
Gabriel Llabrés argumenta que pueden ser obra de Antonio Nayper, el cual estuvo en Mallorca alrededor de 1513, pues según él las monedas que campean en el centro de uno de los grabados incluye las armas mallorquinas del tiempo de los Reyes Católicos. Luis Ripoll, por su parte, opina que es muy difícil determinar el tipo de monedas, pero que lo más seguro es que se trate del real mallorquín de plata, creyendo que ambos juegos no pueden sobrepasar el siglo XVI, mientras que Joan Amades se decanta por el siglo XVII. Sea como fuere se trata de dos juegos muy antiguos, dos de los más antiguos ejemplares de su especie, y ambos se conservan en la colección de xilografías de la Imprenta Guasp.
Para ampliar información véase:
FORTEZA OLIVER, Miquela (2007). La xilografía en Mallorca a través de sus colecciones. La imprenta Guasp (1576-1958). Palma: Olañeta.
MARTÍNEZ VÁZQUEZ DE PARGA, J. (2008). Juego, figuración y símbolo. El tablero de la oca, Madrid: 451 Editores.
PÁEZ, Antonio (2000). «El simbolismo del juego de la oca». Tempestas, Revista de Humanidades, nº 3, Año XI: 56-62.
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